El gran debate sobre la temperatura de la oficina está a punto de ser resuelto por un algoritmo

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Anonim

En cualquier oficina, hogar u otro espacio compartido, casi siempre hay alguien que tiene demasiado frío, alguien que tiene mucho calor y alguien que no sabe de qué se trata todo el alboroto en torno al termostato.

La mayoría de las veces, los propietarios y operadores de edificios descubren cómo se encuentran sus sistemas de calefacción y refrigeración preguntando a los ocupantes si están cómodos o si quieren estar más fríos o más calientes. Sin embargo, cada persona tiene una temperatura ideal diferente en un momento dado, en función de todo tipo de factores, incluidos su edad y género, su nivel de actividad física, lo que llevan puesto e incluso la cantidad de estrés que sienten en este momento. Este es un problema complejo: por ejemplo, las personas que ingresan a una habitación fresca en el verano pueden sentirse inicialmente cómodas, pero al final terminan sintiéndose demasiado frías.

Esas variables humanas se consideran estáticas a lo largo del tiempo en las pautas actuales de la industria para calefacción y refrigeración, que recomiendan un rango de 68.5 a 75 grados Fahrenheit en invierno y de 75 a 80.5 grados en el verano. Como resultado, las personas a menudo sienten demasiado calor o demasiado frío a pesar de la cantidad de energía que utilizan los sistemas de calefacción y refrigeración.

Más personas se sentirían más cómodas (mejorando su salud y productividad) si los hornos y los acondicionadores de aire pudieran responder en tiempo real a cómo se sentían los ocupantes de los edificios, incluida la forma en que cambian a lo largo del día. Nuestro grupo de investigación ha estado trabajando en cómo incorporar la retroalimentación humana sobre la temperatura ambiente en los sistemas de calefacción y enfriamiento. Lo que estamos desarrollando podría ayudar a las personas a sentirse más cómodas e incluso permitir que los edificios consuman menos energía.

Obteniendo los comentarios de la gente

Algunos investigadores han propuesto pedir a los oficiales que voten básicamente sobre cuál debería ser la temperatura. Al usar una aplicación de teléfono o un sitio web, los ocupantes del edificio dicen si tienen demasiado calor o demasiado frío, y qué los hará sentir más cómodos. Luego, un algoritmo analiza la respuesta de los grupos y calcula la temperatura estimada como la más aceptable para la mayoría de las personas.

Sin embargo, ese método tiene dos limitaciones importantes: para funcionar mejor, se requieren aportes casi constantes de las personas que se supone que deben trabajar, y aún no se tiene en cuenta si alguien que se siente incómodo podría ayudarse a sí mismo al ponerse o quitarse un suéter. Tampoco tiene en cuenta cómo los cuerpos de las personas experimentan la temperatura, que está estrechamente ligada a lo fresco o cálido que prefieren que sea su entorno.

Monitoreando la temperatura de forma remota

En investigaciones anteriores, nuestro grupo colocó varios sensores de temperatura en una oficina y combinó sus datos con información de pulseras que detectaban la temperatura de la piel y los ritmos cardíacos de los ocupantes y aplicaciones que encuestaban a los trabajadores acerca de cómo se sentían. Descubrimos que agregar los datos sobre cómo reaccionaban los cuerpos de las personas hizo que el algoritmo fuera más preciso para calcular la temperatura ambiente a la que las personas que ocupan un espacio determinado se sentirían más cómodas.

Nuestro proyecto actual busca hacer las cosas aún más fáciles y menos intrusivas para las personas, eliminando las pulseras y las aplicaciones, y solo utilizando la detección remota de la temperatura de la piel de las personas para medir su comodidad. Desarrollamos un método que utiliza cámaras regulares, imágenes térmicas y sensores de distancia para detectar la presencia de los ocupantes en un espacio, enfocarnos en sus caras y medir la temperatura de la piel. A partir de esos datos, nuestro algoritmo calcula si, y cómo, cambiar la temperatura en la habitación, independientemente del número de ocupantes en el espacio. Cuando lo probamos en una oficina ocupada por siete personas, se quejaron menos de sentirse incómodamente frío o caliente.

Este método es más efectivo en espacios de ocupación múltiple, como oficinas de planta abierta, salas de reuniones y teatros. Puede acomodar, y tener en cuenta, las diferencias de temperatura entre las personas en diferentes áreas de una habitación, ya sea que estén de pie o sentados o en movimiento. Y puede ajustarse sobre la marcha sin requerir retroalimentación humana activa. Nuestro grupo continuará explorando este y otros métodos no intrusivos para ayudar a las personas a sentirse más cómodas, y ser más sanas y productivas.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation por Carol Menassa, Da Li y Vineet Kamat. Lee el artículo original aquí.

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