Cómo estudiar pequeños meteoritos de destrucción satelital utilizando un detector de ondas de gravedad

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Anonim

El descubrimiento de las ondas gravitacionales fue solo el comienzo de la investigación sostenida de la humanidad sobre estas señales extrañas y débiles. La Agencia Espacial Europea ya estaba pensando varios pasos antes de que el anuncio de LIGO se hiciera en febrero. Es por eso que lanzó el LISA Pathfinder en diciembre, para detectar y estudiar las ondas gravitacionales directamente en el espacio. Lo que la ESA no esperaba, sin embargo, era que LISA iba a exhibir capacidades de recopilación de datos no relacionadas con la investigación de ondas de gravedad. Los científicos ahora están proponiendo usar la sonda para tabular los micrometeoroides (rocas espaciales virtualmente del tamaño de una canica o más pequeña) que amenazan a nuestros satélites y otras naves espaciales actualmente en órbita.

Un solo asteroide puede viajar 22,000 millas por hora en el vacío del espacio. A esas velocidades, no importa si la roca es del tamaño de un guisante; Todavía puede causar una inmensa cantidad de daño a través de nuestro hardware espacial o incluso los trajes espaciales de los astronautas que realizan una caminata espacial. Pero las ondas de gravedad y los micrometeoroides son cosas muy diferentes. ¿Cómo exactamente van a usar los científicos LISA para estudiar rocas?

La nave está equipada con un instrumento que flota sin peso dentro. Está diseñado para detectar cambios muy leves en el espacio-tiempo, es decir, las ondulaciones muy pequeñas causadas por las ondas gravitacionales, mientras se cuenta y se ajusta a otros estímulos externos. Como informó Space.com, el astrofísico de la NASA, Ira Thorpe, parte del equipo LISA Pathfinder, quiere cambiar esa última función en su cabeza: en lugar de descartar los ruidosos datos que el sistema arroja como una perturbación no deseada, recopilarlos y usarlos. Contar los micrometeoroides.

Nave espacial constantemente amenazada por pequeñas rocas que se cierran a altas velocidades. Las naves más grandes como la ISS están equipadas con una protección más duradera para resistir las lágrimas de los micrometeoroides, pero esa protección tiene un costo mucho mayor. Los satélites más pequeños, especialmente los que no tienen mecanismos de maniobra de evitación, son prácticamente por su cuenta.

Este problema se convierte en un problema aún mayor cuando consideramos cómo los científicos buscan usar más y más materiales livianos como parte de las estructuras de las naves espaciales. Caso en cuestión: la iniciativa Breakthrough Starshot de Yuri Milner y Stephen Hawking, que busca ajustar sensores diminutos con velas solares del tamaño de un medidor para propulsión. Esas velas serán increíblemente delgadas y livianas, lo que permitirá que la nave se mueva más rápido a través del espacio, pero también las pondrá en riesgo de fallas catastróficas por una sola lágrima o golpe de una roca espacial voladora.

La idea de Thorpe para LISA podría ser invaluable para la exploración espacial en el futuro, ya que comenzamos a cambiar a materiales más delgados y livianos. Si puede llevar su propuesta del concepto a la realidad, pronto lo descubriremos.

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