Los científicos estiman la retroalimentación del carbono del permafrost del Ártico por primera vez

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Según un nuevo estudio, un peligroso circuito de retroalimentación entre el calentamiento del Ártico, el derretimiento del permafrost y las emisiones de gases de efecto invernadero pronto podría comenzar a salirse de control.

Los modelos de cambio climático han pronosticado durante mucho tiempo que el terreno de fusión en el Ártico expondrá material orgánico antiguo al aire y a los microbios, causando que se descomponga, lo que resultará en emisiones de dióxido de carbono y el potente metano del gas de efecto invernadero. Es una proposición aterradora; actualmente hay casi el doble de carbono atrapado en el permafrost que en toda la atmósfera de la Tierra.

El problema potencial es inmenso, y también lo es el desafío para los investigadores que intentan medir este circuito de retroalimentación. La mayoría de los estudios se centran en predecir el futuro, aunque el permafrost se ha degradado a veces de manera espectacular durante décadas. Medir los gases que se elevan desde el suelo ártico es difícil de hacer, especialmente si se considera que el carbono descompuesto del material orgánico antiguo se mezclará con el de fuentes más nuevas antes de que abandone el suelo.

Katey Walter Anthony, un ecologista de la Universidad de Alaska Fairbanks, y un equipo de investigadores idearon una solución parcial para este problema al centrar su atención en los lagos de thermokarst, que son charcos de agua derretida sobre el permafrost. En invierno, el metano liberado desde el fondo queda atrapado como burbujas en el hielo en la superficie, lo que facilita el muestreo y la medición.

El artículo resultante, publicado en línea el lunes en Geociencias de la naturaleza, estima por primera vez que el circuito de retroalimentación de carbono del permafrost se derrite alrededor de los lagos de la laguna termal ártica. Los investigadores encontraron una clara correlación entre la expansión del área de superficie de los lagos, un indicador de la degradación del permafrost, y el volumen de metano y dióxido de carbono emitido por el hielo y los suelos. La datación por carbono mostró que la edad del metano en las burbujas encerradas en el hielo coincidía con la edad del permafrost circundante.

Estos son buenos indicios de que los métodos y supuestos del investigador son bastante sólidos. Sin embargo, esta es solo la primera prueba de un problema muy complejo, y llegar a una conclusión que abarca toda la región ártica basada en mediciones de 37 lagos en tres países es un negocio riesgoso. Esa incertidumbre se refleja en la amplia estimación de los autores: entre 0.2 y 2.5 mil millones de toneladas métricas de carbono liberadas desde las áreas de expansión de termokarst en el Ártico en los últimos 60 años. Eso no es contar el carbono emitido desde las regiones terrestres de permafrost fundido, que cubren un área mucho mayor.

Parece una gran cantidad, pero si las predicciones de otros investigadores se hacen realidad, es solo una pequeña punta de un gran iceberg. Los estudios han predicho las emisiones de carbono del permafrost entre 100 y 900 veces más que cualquier otra cosa vista en la Tierra durante al menos 11,700 años. "Nuestra investigación indica que el aumento dramático en las emisiones de carbono del permafrost que se espera que ocurra de manera inminente no muestra signos de haber comenzado", escriben los autores.

Eso no es bueno.

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